El closet de una persona aporta mucha información sobre su planteamiento de vida.
Puede ser cambiante, que revele una cierta tendencia a dejarse dominar por lo que se lleva en cada momento, uno que proclame un excesivo afán por llamar la atención, uno que busque el equilibrio entre la belleza y la funcionalidad, uno que ha optado por un desaliño que denota dejadez.
Antes de elegir una prenda tengo que pensar si cumple las funciones de la moda; es decir, si cubre mi intimidad, si respeta mi dignidad como persona, si me protege del frío o del calor, si permite que los demás me vean de forma agradable, si por su precio puedo consentirme sin incurrir en una injusticia con aquellos que no tienen... Así vestiré con autenticidad, con coherencia y mi vestido hablará con veracidad de lo que soy y pienso.
Para que mi closet sea ético, estas son las variables que tomar en consideración:
1. Materia prima con mínimo impacto ambiental, animal friendly y biodegradable.
2. Producidas de manera ética: respeto por las personas y el medio ambiente.
3. Hechas de manera artesanal
4. “Demi couture”: desafiar temporadas y moda descartable. Ser atemporal.
5. Orgánico: fibras naturales que han crecido sin el empleo de pesticidas.
6. Productos reciclados o “upcicled”: hechos a partir de materiales existentes, telas, metales, fibras.
7. Vintage: Piezas intervenidas para darles una nueva forma y empleo.
Esto no solo nos hará ver bien, sino que estaremos tranquilos pensando que estamos poniendo nuestro granito de arena para mantener y sanar a nuestro planeta, así como acabando con el trabajo infantil y la poca remuneración, largas horas de trabajo y maltrato a mujeres y hombres productores pertenecientes a países en desarrollo.
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