Movimiento SLOW

Nuestra vida diaria, conjuntamente, con el avance de la tecnología, además de brindarnos las herramientas para que sea algo más sencilla, en ocasiones logran que nuestro mundo sea demasiado agitado, hasta en las actividades que deberían ser placenteras.

Por todo esto es que nace el Slow Movement una tendencia cultural que nos invita a “desacelerar” nuestra vida para que podamos disfrutar más intensamente de los diferentes momentos que ésta nos ofrece. Lo que se pretende es que nos replanteemos nuestros valores y demos prioridad a nuestra afectividad y a las actividades que nos resultan placenteras: comer bien, tomarnos el tiempo necesario para cada cada cosa que hagamos… En definitiva, redefinir nuestro horizonte y orientarnos hacia un mayor disfrute de la vida.

El pionero de este movimiento fue la comida, Slow Food, la cual promueve la conexión entre el planeta, los alimentos y la tierra, apoyando el derecho al placer, entendiendo que es necesario proteger y respetar la tierra, que es quién, en definitiva nos provee de éstos alimentos.

Slow Fashion

Usamos más ropa y nos deshacemos de ella cada vez más rápido. Ya ni siquiera duran un año. Este consumo continuado que acaba en muchos kilos de desechos, se ha convertido en un fenómeno internacional; un comportamiento de compra que podría ser comparado con la bulimia.

Pero la moda rápida es retada por una llamada a la calma: menos cantidad y más calidad.

El Slow Fashion no se centra únicamente en la durabilidad, sino que, incluye el respeto y la conservación de materias primas orgánicas y éticas, así como un intento de preservar las tradiciones y mano de obra local, emplear métodos tradicionales y promover el comercio justo.

El ser un poco más exigentes e inteligentes a la hora de realizar compras, pensando en piezas atemporales, para así usarlas por un tiempo más prolongado. Concluyendo que a mayor calidad mayor tiempo de conservación.